Después de años de bloqueo mental
y desencanto con la idea de sentarme a observar y pellizcarme la mente, quiero
finalmente abrirla y dejar que escurra y se desborden los pensamientos por su
borde, hiperventiladamente y sin cesar, como mi cuerpo cuando bailo, como mi
boca cuando tomo, como mi ira después de mi tristeza y como la caña moral los
domingos. Inevitables e indetenibles caballos de guerra.
La epifanía de una escalera mecánica
en reposo.
Ir al mall a hacer lo más banal y
autodestructivo del mundo, bajonear, y salir con un conflicto moral generado
por una escalera mecánica sin movimiento, es algo que solo me puede pasar a mi
y a gente gravemente aproblemada como yo. Me puso a pensar en las miles de
promesas no cumplidas que rodean y son mi vida, la mayoría de las vidas, e
inevitablemente lo hice. Si, lo hice. Comparé mi vida con la estúpida escalera.
Verán, la escalera existía. No estaba
rota, ni mala, estaba en mantención. Estaba ahí. Podía ser usada incluso, cumplía
su propósito de escalera. Si esa escalera hubiese existido solo hoy, podríamos
todos decir que cumplió con sus funciones básicas y su existencia no fue en
vano, ya que trasladó a gente de piso en piso.
Sin embargo, yo quede sumamente insatisfecha con ella. Yo iba caminando
a paso seguro, contando con que esa escalera se moviera y al enfrentare a ella
me encontré con algo totalmente distinto que me obligó a adaptarme y
conformarme. ESO, patéticamente amigos, es mi vida.
Necesito más de esto que llamamos
vida, mucho más. La promesa de felicidad en lo que se me ha ofrecido hasta
ahora, ya no pareciera ser suficiente. Éxito, relaciones, sexo, educación,
matrimonio, hijos, casa, auto, plata, carrete, viajes…¿En serio? ¿Eso es todo? ¿A
eso vinimos? Pareciera estar todo tan programado y sembrado. Implantado.
Pasar los 30 soltera y libre, no
me ayuda a hacer las cosas más fáciles. Los 30, no siempre, pero en la mayoría de
los casos, otorgan una claridad mental que en muchas ocasiones aporta a
complicar más aun los panoramas. Miro a mi alrededor y veo programas en
ejecución, diciéndose a si mismos que son felices o que lo serán, rodeados de
sus cosas que no pueden dejar de desear, con la desesperación del trauma de la
infancia creado por el comercial de televisión.
Los veo a todos acobijados bajo su
papel firmado de matrimonio, que de alguna manera los hace sentir más
tranquilos respecto a la vida, ignorando el hecho de que no son felices en la mayoría
de los casos con la persona que tienen al lado, por que perdieron visión de
quienes realmente son ellos como individuales y de manera voluntaria. Porque la
aceptación de un tercero los hace sentir más aceptables como persona y les
permite perdonarse a si mismos de alguna manera por todo lo que odian de si
mismos. Porque querernos a nosotros
mismos hoy en día es extremadamente difícil, tenemos que buscar cariño en otros
y sienten que un papel firmado les da una garantía respecto a ese afecto. Lo
digo sin juicio y me incluyo, yo no me quiero lo suficiente para ser feliz y
todas mis relaciones han sido enfermas.
Se ven lindos todos viajando felices
y calientitos en su auto último modelo, sin ver si quiera lo que más les afecta
ellos mismos (que es lo único que la mayoría de la gente es capaz de ver y lo
primero que vemos todos en todos los casos), que el gasto monetario y los
tacos, el cacho del estacionamiento, la bencina, el seguro y la responsabilidad tremenda que
significa ser esclavo de un auto. Ni hablar de tener la conciencia por la
contaminación ambiental, el aporte al sedentarismo y el tremendo daño
psicológico que el desear un auto mejor que el que ya tienen, les genera. La gente
se convierte en su auto, su auto es un reflejo de quienes son. Un pedazo de
metal con forma.
Se endeudan de por vida por una
casa, grande y ostentosa, o no seré feliz. Lo más grande que mi sueldo me
permita, porque necesito espacio para todas las cosas que tengo que comprar con
ese mismo sueldo. Importante indicador de estatus y éxito, de quienes son las
personas que viven dentro y sus probables logros. No equivocarse con la casa.
El sueldo tiene que ser lo más
alto posible para poder ser feliz. Vendemos el poto y el alma en pegas que nos
matan, que odiamos, que nos quitan la vida y nos hacen odiarnos a nosotros
mismos tanto, que para consolarnos, tenemos que consumir y gastar y olvidarnos
a nosotros mismos entre nuestras cosas. El éxito laboral debe ser alcanzado
para demostrarle al mundo y a nosotros mismos que valemos la pena, que somos
alguien, que contamos, que merecemos nuestro lugar. Todas cosas otorgadas con
el solo hecho de nacer, pero eso hoy en día no nos da derecho de vivir,
aparentemente. Eso se gana demostrando logros, ventilándolos bien, porque el
logro mudo poco cuenta.
Con respecto a los hijos, mi
única queja, son los motivos y los momentos para tenerlos. No soy estadista,
pero creo que un muy alto porcentaje de la gente que tiene hijos de manera
voluntaria, es pensando que ese hijo los va a hacer más feliz y que esa persona
nueva, va a mejorar su calidad de vida de alguna manera. Objeción. La felicidad
se alcanza primero, los hijos vienen después. Por favor no le encaletemos a una
persona que aun ni siquiera existe, la responsabilidad tremenda de tener que mejorar
nuestras vidas desastradas y patéticas. Y llenos de trancas y problemas,
invitamos a una persona más a este mundo podrido, a ser criada por nosotros y
esta sociedad inmoral. Primero hagámonos cargo de nosotros mismos, mejorémonos como
personas solos, consolémonos a nosotros mismos y busquemos respuestas, madurez,
crecimiento, ESTABILIDAD EMOCIONAL (¿Alguien ha visto esa cosa alguna vez?). Cuando
haya felicidad y desbordemos amor, ahí y solo ahí, podemos crear vida y
responsabilizarnos de ella. Si no, es solo seguir tarchando cosas de la lista y
hacerlo mal. Y terminan saliendo personas cagadas de la cabeza como yo. Y probablemente
tú lector, afrontémoslo, si no, no estarías aquí, leyendo esto.
¿Soy la única que siente que todo
lo que hacemos, es prestándole servicio a una industria sociópata enferma, que
se alimenta de la manera en que vivimos nuestras vidas? Y que para eso, se encarga
de plantar semillas y programarnos para vivirla como ella necesita, nos
engorda, y cual vaca lechera nos chupa la teta. Y le entregamos, todo porque
nos promete que al final del camino, hay algo llamado felicidad y ese es el
precio a pagar.
Erróneamente, nosotros,
idealizamos a esta felicidad ¿Como un estado de gloria estupefaciente mantenido?
Lo que hay detrás de una meta. Si logro esto, seré feliz. Si tengo esto, seré
feliz. Si estoy con esta persona, seré feliz. Y no nos damos cuenta, que la
felicidad debemos exigirla ahora, es nuestra, es nuestro derecho divino, gratis
como el aire y que para ella no necesitamos nada más que dejar de desear lo que
nos enseñaron a tener que desear.
Estamos durmientes y el despertar
será traumático. Pero nos espera la gloria.
Y todo por una estúpida escalera mecánica en reposo.
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